Friday, January 14, 2011

deja vu constante (o mi vida en loops)

Situación # 325,432

Afuera de un Home Depot. Tarde mediterránea. Trapeador industrial en mano para sacudir los pisos de la indivisible viruta que han soltado las 300 tablas que hemos lijado y pulido para un proyecto (don't ask, please). Saco al perro para que estire las patitas porque se ha quedado en el coche los diez minutos que tardamos en escoger el trapeador que devolvería mi casa a la normalidad de su mugre. Se acerca el vigilante del estacionamiento. Intuyo que me regañará por sacar al perro que inexorablemente meará sobre alguna que otra llanta de los carros a su cargo. Me pongo un poco nerviosa y estiro la correa para que apure el chorro amarillo. El hombre con la mirada puesta sobre el perro, la referencia será inevitable: el perro no puede estar aquí porque... blah blah blah / Lo siento, oficial, no sabía que... blah blah blah. Me dan hueva estos intercambios discursivos en los que sólo veo palabras que salen de mi boca para lanzarse por el nimio acantilado del olvido y jamás ser recuperadas. Esas situaciones en las que una ya sabe lo que va a pasar, lo que le dirán y qué responder; el intercambio es equis pero la gente (generalmente los hombres, generalmente entrados en muchos años), siempre quiere meter su inútil cucharita que no resolverá absolutamente nada. Pero anyways. El caso es que el señor se acercó. Quizá demasiado para mi gusto. No me miró, observaba al perro, yo era invisible, una traductora simultánea de las sensaciones del can. El perro puso sus patas sobre los muslos del guardia en un solo movimiento, una suerte de abrazo. El hombre tomó sus patitas e hizo una danza juguetona con el perro como pareja de baile; tarareó algo, quizá alguna melodía de moda distorsionada por la saliva espesa o una canción de cuna que su madre le cantaba cuando niño. El perro estaba emocionado de las caricias del guardia cuando el hombre finalmente accedió a verme de soslayo, sin quitar totalmente la vista del perro:
-¿Cómo se llama?
-Tolstoi.
-Toystory -retiró las mechas de sus ojos para poder nombrarlo y verle los globos oculares al mismo tiempo -. Toystory -repitió entredientes -. Si fueras mío, yo te habría puesto Aluche, te pareces más a Aluche que al Toystory.