Thursday, December 04, 2008

tengo la certeza de que...

algo está muy raro en (lo que mi amiga Paty Laurent bautizó como:) El Mercado Negro de la Imaginación...
No sé si me estoy convirtiendo en un receptáculo de exformación o qué, pero en las últimas semanas me llegan epifanías que yo ni en cuenta. De repente llegan amotonaditos en un trafical, mis personajes con sus historias bajo el brazo, en fólders amarillo meado: ra-ro. Es súper raro.
Aunque no muchos lo sepan, he estado haciendo investigaciones vitales sobre reptiles, neotenia, abducciones aliens, dinosaurios, erosiones, formaciones acuáticas y rocosas, santo graal, santa sara, maría magdalena, partenogénesis, disociación y ubicuidad. Todo esto metido en una licuadora con agua de playa radioactiva y una pizca de existencialismo y libertad marca Kierkegaard. Sé que sólo lo saben mis amigos a quienes en muchas de las pedas he molestado con mi siempre mesiánico tono de: el mundo se va a acabar, debemos convertirnos en piedras para erosionar en ligeras partículas de polvo. Aunque no quiero terminar como nuestro santo padre David Lynch, la piratéz me acompaña todos los días de mi vida, aunada a que leo y releo cuentos, novelas y etcéteras literarios para mi trabajo de maistra de prepa. Me he resignado a escribir cuando tengo tiempo (intentando siempre hacer un espacio), cuando tengo algo qué decir, algo genial que quiero escribir y ya no todas las mañanas con una café y un cigarro: NO. Esa clase de disciplina la superé a los 23. Hoy en día confío más en la creación mental, el juicio, dictamen y edición mentales, una especie de investigación/creación vital, así duchampesca. Ya no soy escritora de oficina (9am a 5pm). Ya no me siento a invocar el: "canta oh, musa, la cólera del pélida Aquileo/ cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al orco muchas buenas valerosas almas de héroes a quienes hizo presa de perros y pasto de aves". Ya no.
Decidí que voy a leer sólo las cosas que me gustan. Créanme que 5 años leyendo 3 mamotretos de mamadas por semana: enough! Dos años atrás decidí dejar de leer literatura por al menos un año. Me dediqué a leer filosofía, ensayo, crítica literaria, teoría literaria, química, psicología y anatomía humana (pero regresé. Siempre vuelvo: fuck). Anyways, que mi vida creativa ha sido similar a la de una persona con desórdenes alimenticios (¿desórdenes creativos?). Soy indisciplinada. A veces escribo hambrienta. Otras, indigestada. Y regularmente tengo culpa por no sentarme a escribir, no se diga cuando no tengo tiempo y sí muchas estupideces mentales. Trabajo, sí, trabajo mucho, pudiera decir, (ora sí que) sin pedos que soy una workaholic. En fin, sin digredir tanto el tema (porque soy fan y se me da), creo que necesito drenarme la cabeza. Algo está raro en el mercado negro de la imaginación. Aunque lo he visitado continuamente ha sido sólo para conseguir algunas ideas baratitas y al alcance de cualquier ser humano; cosas que tienen qué ver más con energía física que con intelectual. Ya no he ido al subsuelo de los negocios, donde intercambiaba personajes freakys por cuantiosas cantidades. Estos últimos meses iba y venía desenfadada, con ideas baratitas, una que otra receta bien conocida y la mayoría de las veces regresaba al mundo real con las manos vacías. Hoy, hoy los mercaderes me gritan marchante, clientita, madre, señito, patroncita, venga a ver la mercancía. Me vuelvo, insorprendible, enajenada al camino de regreso a la realidad.
Pero estos días. Estos días fui de shopping. Hice compras de pánico. Gasté mis ahorros y más. Fui y bajé y vi e intercambié.
Espero, impaciente, sentarme y sacar (como en el after de las compras normales) una por una estas nuevas adquisiciones. Un caos y un orden y un caos en la infinitud de esta serpiente gnóstica. He dicho.