Wednesday, December 24, 2008

Deseos*

Mi padre murió el 25 de diciembre de 1996 a las 01:05 hrs. La imagen abajo es él, los textos debajo son PARA él. Muy probablemente yo soy después de su muerte; nadie quisiera levantarse con la noticia de la muerte de un superhéroe con cáncer estomacal debajo del pino.


i

Y entonces cerré los ojos para concentrarme. Tenía que meditarlo mucho. Esto era muy importante. Y recordé la paliza del día anterior. Nadie golpea a nadie antes de su cumpleaños. Te odié a pesar de que fuiste tú quien me compró el pastel con el felicidades gaby de betún. Abrí los ojos y tenías esa sonrisa tras la cámara. No cambié de opinión: deseo que te mueras, dije para mí. Y sonreí con hipocresía infantil para la foto. Y soplé ocho velas.

ii

Yo no sabía de la enfermedad. Creía que el rostro triste era mera preocupación del trabajo. Así, sin que te dieras cuenta, me arrancaba las pestañas y las ponía en tus mejillas para que pidieras un deseo. Y tú deseabas que el medicamento ya no te quitara el pelo.


iii

Desde la ventana de hospital vi la estrella fugaz. Olvidé la enfermedad de mi padre por unos instantes. Hiperconsumista, hija de puta como soy, pedí un deseo: tenis nike negros con blanco porque así se usaban en el 96’.
NAVIDAD: una hija entierra a su padre. En el panteón llueve. Y sus nikes se manchan de ese fango irremovible.
DÍAS ANTES: Recibir el aguinaldo en el hospital. Recibir un cáncer metastaseado en el estómago. Padre dice a Madre: cómprale a gaby los tenis que trae la cantante de las espaisguerls.

iv

Me daba tanta lástima vernos sin padre. No quería que la humanidad se percatara de que éramos tan suceptibles. Fue así que cuando rompíamos el hueso del pollo, yo deseé que su deseo se cumpliera. En su inocencia, ella gritó: barbie aloha hawai. Pero yo me quedé con la parte más grande. Fue la primera vez que robé. Y ella sonriente, ferviente, mecía ahora una muñeca ajena.


v

En la mano una moneda. En el cerebro una idea. En el fondo del agua de la fuente cincuentaytrés deseos no han sido concedidos. Y cada mañana pide un padre. Y cada mañana espera un zombie. Aunque sea un zombie-padre. Esta vez se guarda el peso. Es mejor tener los deseos en el bolsillo.
*textos publicados en 2006